Friday, November 17, 2006

Granizado (moraleja)

a Fernando Callero

El agua puede contra el metal, si se enfría lo suficiente;
el aire puede contra la madera, si corre con furia.

Granizado (impresiones)

El granizo del miércoles limpió los frentes atopianos que dan al sur de una manera extraña: los dejó overos, literalmente. Sobre el hollín y el polvo acumulados durante quién sabe cuánto, la piedra grabó un efecto de moteado que, estoy segura, dada la melancolía de los atopianos, pasará a ser un signo distintivo de la ciudad.
Por lo menos en los barrios. El centro la ligó más que nada en los vidrios de los edificios más altos, frentes sur y oeste. Un caso aparte son los carteles de los negocios: de una gran cantidad de carteles que consistían elegantemente en las letras esculpidas por separado y atornilladas a la pared, quedaron algunas letras sueltas, como si hubieran pasado por allí algunos vándalos muy entusiastas. Los más modestos de acrílico también la pasaron muy mal. Los de chapa resisten, pero algunos están como los techos de los autos, que según Déivid parecen caras poceadas de viruela.
Ayer andaban de aquí para allá las camionetas de los vidrieros y los camiones de la EPE. De a poco, irá desapareciendo el paisaje de bolsas de plástico pegadas a las ventanas.

Thursday, November 16, 2006

Granizado (un informe)

La gente salía ayer bajo un cielo amarillo. Salían a barrer las hojas nuevas caídas en la vereda, pero también a ver si todo seguía allí. Las ropas, gastadas, tenían ese toque eufórico de las de las mujeres de mediana edad a comienzos de la primavera: una sorda estridencia, un tono como de fiesta pero para decir sigo acá, sigo acá.
Déivid fue uno de los pocos ciclistas que andaban después de la tormenta con el agua hasta las rodillas y soportando el oleaje de los colectivos. Estaba fascinado con las piedras, la estructura de sus cristales. Una vecina y amiga sufría por su auto nuevo, abollado. Y no tenía contra quién enojarse. Yo le dije que la culpa era del calentamiento global.
Los vidrios del frente sur de la Vigil saltaron todos; desde 1976 que nadie arregla nada en ese lugar. Ojalá el granizo saque a la infraestructura de la Vigil de su duelo congelado.
Hay 62 habitantes de Villa Banana viviendo provisoriamente acá a la vuelta, en el Batallón 121. Perdieron, literalmente, sus techos.
Se triplicaron los precios del vidrio (por aumento de la demanda) y el de las verduras (por baja de la oferta). Quedaron destruidos montones de jardines.
Murieron muchos patos y gansos en el lago del Parque Independencia.
Mi gato (que ayer fue a refugiarse bajo la pileta del lavadero, donde se rompió el vidrio grande) está ileso pero hoy se pasó la mañana vomitando.
No veo la hora de leer la contratapa de Beatriz Suárez, mañana.
Los cuises de Déivid y las plantas del balcón están bien.

Wednesday, November 15, 2006

alienación laboral

En Atopia acaba de caer una tormenta de granizo. Mientras tanto, en Wuthering Heights, los ánimos de los personajes brontesianos están bastante caldeados; no los aguantaba más y los dejé cerca del final del capítulo 31, a 32 páginas del final, furibundos y a punto de ponerse a quemar libros. Acá tuvimos durante varios minutos una Kristalnacht del calentamiento global, mientras en el mundo de la ficción (para mí, al menos) era Fahrenheit 451. Me preocupan más esas pobres páginas de antiguas baladas inglesas (y el consiguiente daño en el almita de Cathy Jr.) que los cristales del baño y del lavadero, que según Déivid vamos a tener que reemplazar por cartones o plástico hasta que baje la demanda de vidrio.

Tuesday, November 14, 2006

Heathcliff el inimputable

No se va a poder dictar sentencia contra Heathcliff por los cargos enumerados en el post anterior: parece que el kía es INIMPUTABLE. Hacia el final del capítulo 29, confiesa estar atormentado por el fantasma de Catherine. Según su propio relato la escena más violenta de la novela, donde lo caga a patadas a Hindley Earnshaw (y que había sido contada desde el punto de vista de Isabella Linton, si mal no recuerdo en el cap. 13), resulta ser que ocurre inmediatamente después de que Heathcliff va y abre el jonca de su amada. "Profanación" es mucho, quizás. Lo que sí le pasa es que empieza a sentir la presencia de la muerta. El caso es que el tipo parece que ahí se vuelve completamente loco, según el modo contemporáneo y "real" en que entendemos las cosas. Una locura melancólica, diríamos. Pero se trata de una novela del siglo XIX (romántica con elementos góticos) y entonces, sin duda: CATHERINE ESTABA ALLÍ.
UPDATE:
No, es al revés: cuando Heathcliff se encuentra con el cadáver de Catherine, se sosiega. HASTA ENTONCES vive atormentado.

Monday, November 13, 2006

algo huele a podrido, ¿pero dónde?

Me salió en dos de los cinco ó seis horóscopos semanales que consulté ayer que me iba a deprimir por cosas de mi casa. En efecto, hoy, mientras yo lidiaba con las atrocidades del psicópata de Yorkshire (más conocido en la literatura universal como Master Heathcliff), Déivid puso música de Nick Cave y al instante sentí un gigantesco olor a nitrógeno, es decir, a pedo. Resulta que Déivid estaba embaladísimo limpiando la caca del corral de los cuises y reciclando los excrementos de las lombrices. El gato, a todo esto, se había enroscado en posición fetal, movía las zarpitas en actitud regresiva de mamar y me miraba con ojos desorbitados. Por lo visto, le hacía efecto la música de Nick Cave. Entretanto yo ya estaba por empezar a labrarle un sumario al protagonista de la novela de Brontë que estoy traduciendo. Trabajo práctico para taller literario con estudiantes de quinto año de abogacía: ¿cuánto le damos a Heathcliff? A ver, por instigación al vicio, abandono de persona, tormento calificado por vínculo, privación ilegítima de la libertad, PROFANACIÓN...
¿PROFANACIÓN? Sí, de TUMBA. ¡Un chamamé acá, por favor! ¡Un carnavalito! Entre el ecologista yanqui, la romántica angloirlandesa y el australiano dark, la lengua inglesa en mi hogar fue mucho para mí. Faltaba un existencialista canadiense y cartón lleno.
Así que salí a comer una hamburguesa y tomar un cafecito con un amigo. Cuando volví, el teclado olía a AJO. ¿Por aquí habrá andado Van Lessing? No, idiota, me dije, Van Lessing es de la OTRA novela romántica morbosa. Fregué el teclado con Pinoluz y ahora Déivid salió a comprar pastafrola; algo dulce, dijo. Menos mal.
A todo esto el morbo de nuestro héroe brontesiano avanza de mal en peor. Ahora empezó a explicarle a la pobre Nelly Dean, que no gana para sustos, que quiere pudrirse junto con su amada Catherine. ¡PUDRIRSE! ¡Qué amoroso! A diferencia del Horacio de Willy Shakespeare, estos dos usan toda clase de eufemismos victorianos en su conversación; pero entre el ajo y el nitrógeno y ahora el olor a podrido que emana de la literatura inglesa que me toca traducir... "todo apesta", como dice mi amigo Pablo. Lo dejé a Heathcliff hablando solo de fantasmas en medio del capítulo 29 y subí a postear esto. Encima los fantasmas me dan un miedo bárbaro.
No tengo derecho moral a quejarme, en realidad. Más bien sufro pensando en quien tenga que traducir MIS novelas a otro idioma, algún día.
Y sigo sin deprimirme. Resista, decía uno de los horóscopos. Resista.

Sunday, November 05, 2006

Nadie pidió esta lluvia,

...como dice en uno de sus poemas Edgardo Zotto, quien va a leer hoy junto con Concepción Bertone en la Biblioteca del Paraná (España y el río).
Dos grandes.
Ojalá que para las siete de la tarde, escampe.

UPDATE: Escampó, pero lo suspendimos igual.
El barro, esas cosas. Se pasa al 26.

Thursday, November 02, 2006

Yorkshire trabaja y avanza

Una traducción entre nevisca, turba, pantanos, enfermos incurables encantadores, caballos que obedecen como perros, cumbres que fruncen el ceño, borrascas y toda la imaginería de la comarca Brontë: ya estamos en el umbral del fatídico capítulo 27. Justo en el punto donde Ellen Dean "no sabe qué ocultar y qué revelar" de todo lo que ha oido y visto.