Friday, November 17, 2006

Granizado (impresiones)

El granizo del miércoles limpió los frentes atopianos que dan al sur de una manera extraña: los dejó overos, literalmente. Sobre el hollín y el polvo acumulados durante quién sabe cuánto, la piedra grabó un efecto de moteado que, estoy segura, dada la melancolía de los atopianos, pasará a ser un signo distintivo de la ciudad.
Por lo menos en los barrios. El centro la ligó más que nada en los vidrios de los edificios más altos, frentes sur y oeste. Un caso aparte son los carteles de los negocios: de una gran cantidad de carteles que consistían elegantemente en las letras esculpidas por separado y atornilladas a la pared, quedaron algunas letras sueltas, como si hubieran pasado por allí algunos vándalos muy entusiastas. Los más modestos de acrílico también la pasaron muy mal. Los de chapa resisten, pero algunos están como los techos de los autos, que según Déivid parecen caras poceadas de viruela.
Ayer andaban de aquí para allá las camionetas de los vidrieros y los camiones de la EPE. De a poco, irá desapareciendo el paisaje de bolsas de plástico pegadas a las ventanas.

3 Comments:

Blogger Dante Bertini said...

entro a tu página por recomendaciones ajenas, robadas al blog de otro amigo...no me arrepiento

rosario(s): amigos vario(s)
la bandera hecha monumento
los bombones de nanny fragale
y ahora tu blog
gracias

10:37 AM  
Blogger Danixa Laurencich said...

cachodepan,
espero que haya sido en el blog de gustavo roldán que viste una recomendación,
intento entrar en tu blog pero no puedo,por eso lo hago aquí,perdón xenia!

5:32 PM  
Blogger El Heresiarca & Cía said...

Hola! vuelvo a intentar el comentario. En parte para agradecer tu visita, y en parte no sé. La última vez que te vi, y hablamos, fue en una lectura tuya, en Rosario. Pero yo te estuve leyendo en parte durante todo este tiempo, y te he escrito (con otro nombre) y hasta he intentado provocarte (sin éxito, por supuesto).
Llegué a Rosario unas horas después de la granizada, a oscuras, con las calles y veredas cubiertas de ramas, gente todavía atontada que miraba al cielo. Aún en ese estado me siguió pareciendo una ciudad bella.
Al día siguiente, leímos unos poemas y conversamos sobre la circulación de la palabra en la Argentina, pero también de la circulación de los cuerpos. Muchos amigos que hacía tiempo que no veía. Después nos fuimos caminando, en un restaurante tomamos algunos vinos sin llegar a emborracharnos, nos pusimos vehementes, nos prestamos algunos entusiasmos y un poco de nostalgia. Siempre que se pasan los cuarenta, el tango nos acecha, aunque lo detestemos. En Santa fe y España me quedé hablando sólo, con Yakoncick, una hora más, como hace muchos años.
Un beso

9:00 PM  

Post a Comment

<< Home