Monday, November 13, 2006

algo huele a podrido, ¿pero dónde?

Me salió en dos de los cinco ó seis horóscopos semanales que consulté ayer que me iba a deprimir por cosas de mi casa. En efecto, hoy, mientras yo lidiaba con las atrocidades del psicópata de Yorkshire (más conocido en la literatura universal como Master Heathcliff), Déivid puso música de Nick Cave y al instante sentí un gigantesco olor a nitrógeno, es decir, a pedo. Resulta que Déivid estaba embaladísimo limpiando la caca del corral de los cuises y reciclando los excrementos de las lombrices. El gato, a todo esto, se había enroscado en posición fetal, movía las zarpitas en actitud regresiva de mamar y me miraba con ojos desorbitados. Por lo visto, le hacía efecto la música de Nick Cave. Entretanto yo ya estaba por empezar a labrarle un sumario al protagonista de la novela de Brontë que estoy traduciendo. Trabajo práctico para taller literario con estudiantes de quinto año de abogacía: ¿cuánto le damos a Heathcliff? A ver, por instigación al vicio, abandono de persona, tormento calificado por vínculo, privación ilegítima de la libertad, PROFANACIÓN...
¿PROFANACIÓN? Sí, de TUMBA. ¡Un chamamé acá, por favor! ¡Un carnavalito! Entre el ecologista yanqui, la romántica angloirlandesa y el australiano dark, la lengua inglesa en mi hogar fue mucho para mí. Faltaba un existencialista canadiense y cartón lleno.
Así que salí a comer una hamburguesa y tomar un cafecito con un amigo. Cuando volví, el teclado olía a AJO. ¿Por aquí habrá andado Van Lessing? No, idiota, me dije, Van Lessing es de la OTRA novela romántica morbosa. Fregué el teclado con Pinoluz y ahora Déivid salió a comprar pastafrola; algo dulce, dijo. Menos mal.
A todo esto el morbo de nuestro héroe brontesiano avanza de mal en peor. Ahora empezó a explicarle a la pobre Nelly Dean, que no gana para sustos, que quiere pudrirse junto con su amada Catherine. ¡PUDRIRSE! ¡Qué amoroso! A diferencia del Horacio de Willy Shakespeare, estos dos usan toda clase de eufemismos victorianos en su conversación; pero entre el ajo y el nitrógeno y ahora el olor a podrido que emana de la literatura inglesa que me toca traducir... "todo apesta", como dice mi amigo Pablo. Lo dejé a Heathcliff hablando solo de fantasmas en medio del capítulo 29 y subí a postear esto. Encima los fantasmas me dan un miedo bárbaro.
No tengo derecho moral a quejarme, en realidad. Más bien sufro pensando en quien tenga que traducir MIS novelas a otro idioma, algún día.
Y sigo sin deprimirme. Resista, decía uno de los horóscopos. Resista.

1 Comments:

Blogger Dante Bertini said...

traduttore, traditore...
pero si no existieran estos traidores profesionales, qué hubiéramos leído los que no nacimos políglotas?
todo está bien : donde dije digo, digo diego

1:36 AM  

Post a Comment

<< Home