Wednesday, April 04, 2007

Empresa familiar

-Las sacamos así nomás -dice papá. -Las envolvemos así, mirá.
Saco del armario las dos alforjas de cuero y las envuelvo en una gran bolsa que él me alcanza. Más que una bolsa es una especie de gigantesco sobre manila forrado en ese plástico que viene con burbujitas adentro; no sé de dónde saca papá esas cosas, siempre las lleva en el auto. Después envolvemos la bolsa en un cubrecamas floreado que él sacó de una de las dos camas de la pieza donde está el armario con las alforjas. El envoltorio queda bastante creíble como el típico bulto de ropa que alguien de la casa podría llevar al lavadero o transportar en una mudanza. Pero no somos de la casa. De eso precisamente se trata. Tenemos que apurarnos. Estoy nervioso. Papá sonríe; él siempre sonríe en las situaciones de peligro. A lo mejor son sus nervios, a lo mejor es así.
-Las llevamos al auto -dice. -Aprovechá ahora que no hay nadie.
Cruzo el patio embaldosado con el bulto en brazos; atravieso el pasillo de la entrada, empujo suavemente la puerta de metal con su verja, y cuando me quiero acordar estoy en la vereda. Busco, entre los autos estacionados en la cortada, el nuestro. No lo veo. Hay un Fairlane platinado que se cae de a pedazos, hay una combi negra, hay un patrullero, pero no está nuestro auto. El miedo me paraliza. Y entonces me acuerdo. Qué boludo, siempre se me olvida, recién ahora me acuerdo: papá está muerto.

1 Comments:

Blogger Danixa Laurencich said...

excelente...

5:52 AM  

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