Tuesday, January 23, 2007

le puede pasar a cualquiera

La primera vez, es halagador que te llame por teléfono una joven desconocida ("Hola, mi nombre es Fiorella, o Vanina, o Vanessa") y te diga que pertenece a una empresa que está haciendo una encuesta de mercado. Dan ganas de decir que sí, que uno tiene tiempo para esa apelación a la autoridad del saber de uno en, digamos, marcas de dulces y de productos lácteos. Uno hasta acaricia la esperanza de que sus opiniones influirán en algo. Y comienza el interrogatorio: te piden nombres. Marcas. No vale dar descripciones, contar que les comprás dulces caseros a unos amigos que tienen árboles frutales y a unas mujeres de una cooperativa solidaria. No parece existir, en la hoja del cuestionario multiple choice de la interrogadora, la categoría "y otros". ¿Marcas de quesos? No sé, el más barato. Yo solamente leo el cartoncito donde dice el precio. ¿De leches, de yogures? Te vienen a la memoria, nostálgicamente, marcas de la niñez, que no viste nunca más y no sabés si existen. Le explicás eso. De las de ahora, te acordás de una sola: "La Serenísima". La tipa se ve que tiene que llenar varios casilleros. Te pide otra. "¡Yogur Ser!" exclamás como diciendo "¡Eureka!" y al instante te das cuenta de que acabás de decir una boludez: Ser es la abreviatura de Serenísima, o te creías que iban a bautizar un yogur bajas calorías con el nombre de una categoría de la ontología clásica.
Fabiola o Anabelle o Mèlange se impacienta y te empieza a tratar mal. Mientras tanto, te vas dando cuenta de que al no tener televisor, no leer casi revistas (sólo libros y diarios) y no tener tampoco hijos, tu consiguiente semianalfabetismo en materia de marcas te deja afuera de lo que suponés el 99% de tus semejantes entiende por realidad. Y encima perdiste un montón de tiempo.
Cuando te dan las gracias y colgás, te sentís un viajero temporal de otro siglo. Un dinosaurio recién desenterrado, un auténtico fósil...

Hoy llamó una tal Floriana o Emanuella ("Hola. Mi nombre es...") por una encuesta sobre marcas de autos. Le dije que no tenía la menor idea de qué me estaba hablando y me deseó muy buenas tardes: "Tenga usted buenas tardes". Le contesté que chau.

3 Comments:

Blogger Danixa Laurencich said...

sos muy graciosa, yo tengo un hijo pero igual, qué se yo de marcas, la única que me acuerdo era para untar!

a éstas yo las saco carpiendo, les pregunto yo, hasta ponerlas nerviosas:
documento, para qué lo quiere? y usted para que quiere mi opinión? ,para un estudio de mercado, y para que quiere su empresa un estudio de mercado? eso no se lo puedo decir, porque no lo sabe o porque no la dejan, porque no lo sé, entonces cuando lo averigüe me llama nuevamente, TOC, el corte a veces me duele,pero ver la cara de mi hijo cuando le cuento,es impagable!!!
beso

7:07 AM  
Blogger xenia said...

La que era para untar era la Dánica, con esa la cargaban a Marlon Brando por las escena de la manteca en "Último tango en París" los chicos de los colegios secundarios de Buenos Aires, cosa que indignaba a los censores que terminaron censurando la película, según contaba la vez pasada María Ester Gilio en el Radar.

Lo de preguntarles para qué quiere su empresa un estudio de mercado no se me había ocurrido.

7:30 AM  
Anonymous Anonymous said...

Los autos son esos carruajes sin caballos que pasan zumbando por la calle.

Esto me hace acordar a:

"Querido sobrino: ¡En mi vida había escuchado hablar de algo que se pareciera tanto a un tren!"

Saludos

6:34 AM  

Post a Comment

<< Home