Tuesday, September 26, 2006

pero al fin encontré el maldito diskette

Corolario a la ley de Murphy, o ley de inhallabilidad del diskette de X. Norton: El diskette que contiene ese precioso documento y lo menciona en su etiqueta es el último que uno encuentra de entre la caja de diskettes que tuvo que abrir uno por uno porque no estaban bien etiquetados.

Ley de Proust ("En busca del tiempo perdido"): El tiempo que se tarda en encontrar el valiosísimo documento es inversamente proporcional al tiempo de que uno dispone.

Ley de deficiencia social de Dickens: La probabilidad de que alguna de tus amigas tenga un ejemplar de tu libro agotado y urgentemente imprescindible (por lo menos una copia en papel, ya que no aparece el condenado diskette) es inversamente proporcional a la de que tenga tiempo de buscarlo y dártelo.

Ley de difamación amistosa de Truman Capote: Existe una relación de proporción inversa entre la capacidad de una amiga de darte una mano con un problema surgido de tu propia desorganización (ejemplo: "Ley de deficiencia social") y su disposición a criticar, juzgar, difundir y recordar la noción de que tu casa es un despelote insoluble, deducir de ello una baja autoestima de tu parte, etc.

Primera apostilla: Pero el diskette estaba ahí nomás. ¿Cómo no lo vi?

Segunda apostilla de X. N. a la Ley de Capote: Y no llamé a nadie, por las dudas.

Corolarios a la Ley de Capote: Alguna gente tiene demasiado tiempo. Otra, no ve.

Corolario a las leyes de Capote y Dickens: La gente que muy probablemente disponga de tiempo para extraer sesudas interpretaciones de tu pedido de ayuda y enrostrarte tu quilombo es exactamente la misma que muy probablemente no tenga un minuto de tiempo para buscar el libro perdido que les pediste; esto probablemente sea por culpa del quilombo de ellos, pero se las arreglarán para dejarte con la impresión de que están recontraocupados porque son muy eficientes y autosuficientes y no pierden el tiempo ni dependen de los demás por culpa de la desorganización propia como vos.

Conclusión final: Cuanto más eficiente parece una persona, menos lo es.

Conclusión a la conclusión: Pero seguramente todas mis amigas son maravillosas. Estas son sólo atrocidades que se me ocurren mientras busco el puto diskette.

Desenlace: véase el título.


Próximo post: ¿Qué es lo que sabe (de arte) un taxista?

4 Comments:

Anonymous Anonymous said...

En el futuro, este tipo de problemas va a desaparecer. Seguramente el diskette dejará de existir como lo conocemos, y será reemplazado por un dispositivo portatil dotado de una cadenita que podrá ser abrochada a nuestra muñeca boba (izquierda en caso de diestros y derecha en caso de zurdos) de manera de poder disponer del ansiado contenido alojado en su interior mediante un simple "tironcito" del brazo, y "güalá".

6:07 PM  
Blogger Gogui said...

La clásica es, por ejemplño, llamar a la amiga/o y decirle "che no tenés una copia de X libro, porque resulta que busco el diskette y no lo encuentro". Silencio. Silencio prolongado, que se prolonga y nos hace perder valiosísimos nanosengundos.
"¡Ay! ¿Todavía usás diskettes?" Es la inmediata respuesta.

En fin, Hay gente que no entiende nada!!!

6:16 AM  
Blogger xenia said...

Jajaaaaaaaaaaaa...
¿Cómo me encadeno a la muñeca montones de diskettes que son de fines del siglo pasado?

4:20 PM  
Blogger Pablo said...

Los ponés en un maletín, uno de esos con combinación, negro, se estila, pero como vos sos mina, podés combinarlo con... ¿los zapatos?, se combina la cartera con los zapatos, ¿no? Es que soy hombre, lo hubiera arreglado con el maletín negro. Y después te conseguís unas esposas, y te esposás al maletín. Tus charlas con los taxistas van a ganar en calidad lisérgica ;-)

6:26 AM  

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