simbiosis
Somos fauna simbiótica, mi gato y yo. A mí me cae mal al hígado la salsa del vitel thoné, pero todo bien con el peceto. A mi gato le encantan la crema y el atún... así que nos dividimos la presa. Aprovecho que es la única época del año en que se puede comer peceto en este barrio. Hay que encargar vitel thoné y sacarle la salsa.
Y si no, hacerlo, pero eso ya me supera.
Queda como tarea para la próxima Navidad.
Llamé hoy a un amigo. Justo fue gracias a él, habitué del bar y sandwichería Monreal, que decodifiqué un misterio hasta entonces insondable: un día fui al Monreal, pedí el sandwich de peceto que él me había recomendado y convidado, me dijeron "ah, roast beef" y así me enteré de que era la misma cosa. Pasé hace unos días por la puerta del Monreal, me antojé de esa cosa, como se llame, no tuve tiempo de ir y venía en el colectivo pensando en cómo conseguirla en mi barrio, donde el bar más fino, si le pedís carne fría, te ofrece una picada de milanesa.
¡Pero existe la rotisería Doña Rosa! Ahí me desayuné con que el peceto era la base del inefable y misterioso vitel thoné de mis Nochebuenas infantiles, vale decir, nuestra única cena anual... no de pobres, no sé por qué, pero en aquella casa sólo se almorzaba. Así fue que salí sabiendo tan poco de comidas. No mejoré en dos décadas de indigencia, 1984 a 2004. Ahora laburo, cobro y me estoy poniendo al día. Con el tiempo iré civilizándome y saliendo de la fase recolectora robinsoniana.
Un poco demasiado secular este post navideño.
Después nos quejamos de los perros de Pavlov.
Y si no, hacerlo, pero eso ya me supera.
Queda como tarea para la próxima Navidad.
Llamé hoy a un amigo. Justo fue gracias a él, habitué del bar y sandwichería Monreal, que decodifiqué un misterio hasta entonces insondable: un día fui al Monreal, pedí el sandwich de peceto que él me había recomendado y convidado, me dijeron "ah, roast beef" y así me enteré de que era la misma cosa. Pasé hace unos días por la puerta del Monreal, me antojé de esa cosa, como se llame, no tuve tiempo de ir y venía en el colectivo pensando en cómo conseguirla en mi barrio, donde el bar más fino, si le pedís carne fría, te ofrece una picada de milanesa.
¡Pero existe la rotisería Doña Rosa! Ahí me desayuné con que el peceto era la base del inefable y misterioso vitel thoné de mis Nochebuenas infantiles, vale decir, nuestra única cena anual... no de pobres, no sé por qué, pero en aquella casa sólo se almorzaba. Así fue que salí sabiendo tan poco de comidas. No mejoré en dos décadas de indigencia, 1984 a 2004. Ahora laburo, cobro y me estoy poniendo al día. Con el tiempo iré civilizándome y saliendo de la fase recolectora robinsoniana.
Un poco demasiado secular este post navideño.
Después nos quejamos de los perros de Pavlov.
1 Comments:
maravilloso tu post xenia, un vitellotunato!
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