Tuesday, December 19, 2006

coexistencia

Mi amiga se puso muy ansiosa cuando le dije que todavía no tenía fecha para la operación. "Vamos y armamos quilombo", le oí decir. En realidad, había dicho: "Vamos y reclamamos". Pero es que a mí la palabra "reclamar", pronunciada con firmeza por cualquier persona de mi misma nacionalidad, me trae flashbacks mediáticos en un arco que va del corralito a la FUBA, pasando por Cromañón y Blumberg.

Mi amiga estaba espantada por lo que le conté: yo ya casi no comía, mi hígado rechazaba todo. Pero para mí la posibilidad de morir de inanición ha sido tan cercana durante tantos años, que ya me acostumbré: soy, pienso, una de esas tantas vidas precarias que pueden o no faltar y el mundo sigue. Esto es, toda la humanidad menos Pinochet y Julio López. Ah, y Woody Allen. No soporto la idea de un mundo sin nuevas películas de Woody Allen.

A mi amiga que me quiere no podía decirle esto. Le dije: "Vamos". "El domingo te llamo y el lunes vamos", dijo.

Durante esa semana, en la que tampoco pude levantarme temprano para hacerme los estudios preoperatorios de rutina, mi hemangioma hepático y yo llegamos a un estado de coexistencia pacífica. Firmamos un tratado, mi hígado y yo, por el cual él se compromete a no patalear y yo a no sobreexplotarlo. Reescribí un tratado anterior donde "comer normalmente" era definido como "una milanesa napolitana completa con papas". Lo reemplazamos por yoghurt, fruta, y las definiciones de las comidas light que les exige a los restaurantes el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El domingo llamé yo. Le conté a mi amiga que estaba mejor, que sin embargo no había logrado madrugar, y que en esto sí podía ayudarme ella. Le pedí que me llamara a las ocho. Es buena. Lo hizo. "Aprovechá, andá ahora, que está fresquito", dijo. Un instinto atávico me hizo volverme a la cama. Al rato, tronaba; poco después, llovía a cántaros. Al fin me levanté y me puse a leer los diarios. Aunque no tenga nada que ver con esta historia, cada vez estoy más convencida de que el asesino de Nora Dalmasso es su viudo.

3 Comments:

Blogger Esteban Jaimez said...

Punto Bloomberg: leer "el energúmeno" (artículo de Gabriel Fernández) buscar en el "omnisciente" Google; ojo, dot com dot ar. El nacionalismo sobre todo))

Punto Hígado: el mismo, como todo argentino que se precie, es "hijo del rigor". Mano dura para él.

Punto Inanición: idem anterior.

Punto "Maderita" Allen: ver Ginsberg. O "El Pájaro Loco"

Punto Yogurt: ns/nc

Punto Yogurt 2: jamás "Yogurt" significará "comer normalmente", salvo que sea definido por un mongol. La napo, se la pierden.

Punto Agua Que Cae Del Cielo: nadie que no haya estado en Ros el 15/11 sabrá de este miedito (salvo, porsupu, aquellos tailandarios del Tsunami famoso)

Punto Río Cuarto: ¿Qué dirá Pontaquarto? Yo que voy seguido por esos pagos declaro que jamás compartimos nada con Nora. Y que el jardinero es inocente.

Punto Arroz: blanco, solamente con un poco de aceite crudo y queso. Bueno para el hígado argentino atribulado.

Besos. Punto.

4:14 PM  
Blogger xenia said...

¿Viste que el jardinero no era?
Jaimez, ¡el Hígado Argentino te saluda!

8:10 AM  
Blogger marlboroblog said...

Despues de estos dos posts hepáticos me regurguitan unos bocaditos de una despedida hoy en la escuela. Bea, yo tuve hepatitis A y B, una a los 10 y otra a los 24, asi que altre que las memorias del subsuelo. Sabes que cuando tenía la B me regalaron el disco Outside, de Bowie y me descomponía. Todavía me cuesta escucharlo, a ese y al Washing Machine de Sonic Youth. Bueno, que no te duela, yo mientras practico cultivo indoor de tejido hepatico. Un beso. Fernando

1:39 PM  

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